Por María Belén García, Human Experience Manager de Edison.

La oficina y su futuro es un tema de conversación recurrente para muchas organizaciones, porque lo cierto es que se ha convertido en un espacio cuyo sentido cambió tras un año y medio de pandemia y donde los resultados del negocio muestran que la presencialidad en los escritorios corporativo no es necesariamente sinónimo de mayor productividad, más bien todo lo contrario.

De hecho, un relevamiento de Qualtrics sobre más de 4.000 casos muestra que 51% de los empleados cree haber sido más productivos durante el tiempo que trabajaron desde sus hogares, pero más fuerte aún es saber que 55% de los managers creen que eso fue efectivamente así. Dicho esto, es válido preguntarse ¿vamos a volver a las oficinas? Bueno, la respuesta es que sí, pero de otra forma.

Esto ocurre porque 27% de los consultados cree que necesitará volver a la oficina bajo la modalidad de tiempo completo; otro 27% considera que volverá a la oficina la mayor parte del tiempo con algo de flexibilidad para poder trabajar desde afuera cuando sea necesario y un 23% complementario espera poder manejar la presencialidad y el trabajo remoto de forma equitativa… pero sólo un 7% piensa en no volver. Es decir que 9 de cada 10 espera volver a interactuar con la oficina y sus compañeros de forma presencial.

Y aquí se abre una oportunidad y el desafío para quienes debemos pensar en la construcción de esa experiencia de los colaboradores con el espacio de trabajo, en un encuentro que será una nueva oportunidad para crear una primera buena impresión de la organización, de sus valores y propósitos.

En este punto es difícil aventurarse con recetas genéricas, porque cada organización necesitará un traje a medida para esta primera cita, en la que es clave considerar tanto lo que quiere la gente como también aquello que precisa el negocio. Es ahí donde vemos la mayor oportunidad de mejora en la gestión de la EX: en entender cómo debe resultar trabajar en la organización en términos del vínculo entre las áreas, cómo necesitan ser los procesos y de gestión del negocio, qué competencias necesitamos desarrollar en las personas, etc. Todos esos elementos son los que verdaderamente impactan en la construcción de experiencias valiosas de empleo y lo demás es cotillón.

Quizás una recomendación que nunca sobra pero que aquí hace más sentido es la regla de oro: “escuchar al otro” más que imponer lo que uno imagina como necesario.

Quienes ya iniciaron este trabajo de escucha preparatoria para el diseño de la vuelta a la oficina, encuentran señales de un patrón que comienza a dibujarse en las encuestas. Por una parte, los que trabajan en la oficina quieren espacios de trabajo más tranquilos y privados, zonas de reunión y colaboración más flexibles y más espacio entre los escritorios. Por otro lado, los que trabajan en casa quieren, cuando lo necesiten, acceso al espacio de la oficina, la posibilidad de reunirse en persona con los compañeros y el acceso a los recursos físicos de la oficina.

Y mientras la conversación sobre cuándo se habrá de volver completamente a la oficina sigue generando debates, hoy tenemos la oportunidad de reescribir todos los manuales y las formas de hacer que teníamos antes de la pandemia, crear nuevos ambientes de trabajo – no solo espacios decorados – para que los colaboradores puedan vivir experiencias más enriquecedoras y motivantes para la realización de su trabajo y desarrollo profesional.

Quizás esta es la oportunidad que muchos esperaban para transformar a sus oficinas en un lugar que atraiga a la gente y dejar atrás un espacio frío, vacío de sentido para muchos que hoy no quieren volver a saber de él.